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El regalo que nunca esperaste abrir en público
¿Quién no ha jugado alguna vez al famoso juego del amigo invisible? Pues mi historia comenzó así. Se acercaba la temporada de navidad y como es de costumbre en mi trabajo decidieron realizar este típico juego.
Cuando llegó el día, la empresa realizó un paseo a la piscina en las cercanías de Rancagua, era un día muy soleado, mis compañeros de trabajo se tomaban unas cervezas al lado de la parrilla, mientras otros disfrutaban bañándose y disfrutando de los toboganes.
El tiempo pasó muy rápido, no nos dimos cuenta y ya era hora de abrir los regalos, nos agrupamos en un recinto con ventanales gigantes que desde su interior se podía contemplar las áreas verdes. Todos se mostraban alegres, aunque pude notar en sus expresiones una gota de nerviosismo a la espera de sus regalos.
Marito, el jefe de despacho por más de cinco años, se instaló en la tarima donde se entregarían los obsequios, se dispuso a llamar uno por uno, mis compañeros abrían sus regalos con mucho entusiasmo.
Llegó mi turno y fui en busca de mi presente, su envoltorio era de un fuerte color calipso que hacía juego con mi pequeño bikini. Luego todos comenzaron a gritar ¡Que lo abra! ¡Que lo abra! sin dañar el papel de regalo extraje el obsequio, al tacto era una caja rectangular bastante sencilla, cuando por fin aprecié su contenido no supe que pensar, ni cómo actuar, mi mente quedó en blanco. A primera vista observé un consolador, pero automáticamente lo llevé de vuelta al envoltorio.
-Dios santo, ¿Quién me regaló esto? ¿Habrá sido un error? Fue lo primero que pensé. Estaba roja como un tomate.
Sin tomar atención en las miradas de mis compañeros, salí muy precipitada del recinto, fui al baño a ver todo el contenido, dentro de él se encontraba un vibrador anal el cual había confundido por un consolador en primera instancia. Pero también había un envase que decía:
“Fingers” Dedos vibradores
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Era muy similar a los dedos que uno ocupa en las oficinas para contar papeles. El tamaño era más grande, su color era de un tenue color morado, con suaves relieves a su alrededor. Aun no sabía que era, así que me dispuse a leer su contenido. Tal como lo había pensado eran dos fundas para dildos o para dedos con estimulador de punto G.
Aquel día cuando llegué a casa, fui a mi habitación y decidí estrenar mi regalo, estaba muy nerviosa, nunca antes había usado un juguete erótico. Busqué algo de información en Internet y luego dispuse a recostarme en la alfombra.
Vestía una sexy falda blanca y una polera celeste que dejaba ver la ausencia de mi sujetador. Ahí recostada me abrí de piernas, me comencé a masturbar con mis finos dedos los cuales hacían roce con mi pequeña tanga, que decidí quitarla al poco tiempo, mis pechos comenzaron a hacerse más voluptuosos y mis pezones a ponerse cada vez más duros y yo seguía introduciendo mis dedos haciendo sentir como se humedecían por dentro.
Luego, con un poco de lubricante introduje en mi vagina uno de los dedos vibradores, tenía unas púas bien suaves que en mi interior producían una maravillosa sensación, jamás había sentido algo igual, lo tuve dentro de mí un par de minutos hasta continuar con el segundo que era como caracol en su alrededor, con mi otra mano acariciaba mis pechos. Me encontraba en un éxtasis total, algo muy difícil de descifrar con palabras, no podía controlar mis gemidos.
Cuando extraje mi dedo masturbador, me encontraba muy húmeda, así que decidí no ponerle lubricante a mi vibrador y lo metí poco a poco en mi jugosa vagina.
Consolador y más dedos masturbadores:
Una vez adentro lo encendí, se encontraba en su potencia mínima, pero todo mi cuerpo se estremeció por lo que aquel artefacto producía en mí, no obstante, quise seguir probando más, y aumenté bruscamente la velocidad. A los pocos minutos mi cuerpo no daba más, mis músculos se contraían y estaba a punto de acabar, muy exhausta lo saque mientras el fluido chorreaba por mis piernas y decidí dar el paso final hacia el extasis con una mano introduje el consolador poco a poco en mi ano y lo encendí y con la otra utilice mi dedo vibrador en mi coñito y fuén una experiencia maravillosa..
Ese día me dormí con la interrogante de quien había sido la persona que me regalo dichos juguetes. Sin embargo, tenía la sensación que pronto lo iba a descubrir…
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Resolviendo el misterio de mis nuevos juguetes sexuales
Al siguiente día, mientras me encontraba en mi trabajo mi jefe me llamó a su oficina. Sin preámbulos me dirigí con mis tacones de aguja a su despacho, al entrar él se encontraba de espalda y me ordenó que cerrara la puerta con seguro.
Cuando me hallaba frente a él, me observó de pies a cabeza, y deje caer mi largo cabello que se encontraba recogido. Entonces me coge de los hombros y me susurra al oído “Te deseo” y me besó sin tiempo de reaccionar hasta que se lo respondí.
Comenzó a desabrochar mi ajustada blusa blanca. Luego me subió arriba de su escritorio, dando paso a acariciar mis suaves piernas, sin darme cuenta ya me encontraba desnuda, en cosa de segundos ya me tenía muy excitada, me tocaba con dulzura y sus manos se encontraban recorriendo cada rincón de mi cuerpo, comenzó a penetrarme y me entregué por completo.
Me ordenó que me pusiera como perrito yo como buena secretaria asentí sin pensarlo, me penetró muy suavemente hasta que su velocidad empezó a aumentar, haciéndome vibrar con cada uno de sus movimientos, me tenía como una perra, el sostenía uno de mis brazos con mucha fuerza, mientras yo cada vez le hacia mi culito más atrás. Gemía como una puta, y eso a él le gustaba, lo podía sentir cuando me penetraba.
Entre gemidos y gemidos solo quería sentir su semen en mi coño, hasta que eyaculó dentro de mí.
Posterior a ello mientras nos vestíamos y me preparaba a salir de su oficina me dijo lo siguiente:
De la misma forma que lo disfrutaste conmigo, espero que disfrutes mis regalos.